Reinventarse y plantar cara a la crisis con gallinas en libertad (Proyecto redactado por Calidad Agroambiental)

María Concepción Barraqueta regenta en solitario Huevos Camperos Los Corrales desde hace cinco años en su pueblo natal, Épila (Zaragoza)

Reinventarse y salir de una crisis económica. Este era el objetivo con el que María Concepción Barraqueta y Raúl Langa fundaron Huevos Camperos Los Corrales hace diez años, donde producen huevos de gallinas criadas en total libertad, en una finca a las afueras de Épila (Zaragoza).

Desde 2017, Barraqueta es la única encargada del proyecto, que compagina trabajando unas horas en una gestoría. «Mi sitio no es estar dentro de cuatro paredes. Así, tengo un poco de cada cosa», cuenta la avicultora.

Barraqueta, natal de dicha localidad zaragozana, procede de una familia con una gran tradición agraria, lo que ha hecho que esté muy vinculada a esta actividad ganadera desde joven. Además, cuenta con otras parcelas en el municipio
dedicadas a la explotación de cereal y olivos.

La avicultora se encarga de todo el proceso, desde alimentar a las gallinas a hacer el reparto de su producción. La epilense acude unas horas cada mañana, alrededor de las 8.30, a visitar a sus gallinas, ya que ellas «necesitan también
su paz y tranquilidad», añade. En ese tiempo, recoge la puesta de sus animales, les da de comer y beber o envasa sus huevos. «Hay que estar todos los días del año, pero no es un problema», cuenta Barraqueta. Además, dos días a la semana acude a Zaragoza a hacer el reparto de sus productos a comercios como las Fruterías Hermosa o Hermanos Gil. «Hago rotación del producto muy a menudo. El objetivo es que el huevo llegue a los clientes con la máxima calidad», explica.

Barraqueta cuenta con una parcela de una hectárea, con espacio para 1.800 gallinas, dividida en tres áreas. En la primera cuenta con una producción al 80% de su capacidad. En el segundo espacio se encuentran aquellas gallinas que
van envejeciendo y, por lo tanto, no ponen la misma cantidad de huevos, por lo que la producción está alrededor de 50%. Ambos espacios suponen una producción de 33 docenas al día, estima Barraqueta. La última de las zonas, se
encuentra vacía pero está preparada para recibir a más aves.

El comienzo de su aventura junto a las gallinas, en 2012, fue «algo desagradable», ya que en los primeros años del proyecto se produjeron hasta siete robos en la finca. Sin embargo, no quitó la ilusión de la epilense. «Es una satisfacción
enorme tener un producto que la gente busca y ver que poco a poco se van apreciando los buenos alimentos», explica.

Ahora, se encuentra en una época algo complicada, ya que «hay mucha demanda y poca producción» algo que tratará de revertir en las próximas fechas «incorporando nuevas gallinas a la explotación», cuenta.

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